Así empezó todo hoy. Con tú sonrisa me iluminaste la noche. La ilusión que me había creado desde que te empezaste a fijar en mí, comenzaba a hacerse realidad.
El día había llegado, era la fiesta de fin de año del colegio. Nosotros, eramos los protagonistas de esa fiesta, eramos los egresados. Aunque íbamos a distintos cursos, nos conocíamos bien. La primera vez que hablamos fue cuando un día a mis amigos y a mí se nos pasó el colectivo de vuelta del colegio y a él, su padre todavía no llegaba a buscarlo. En ese momento, yo estaba enamorada de otro chico, que por cierto, termino en nada. Los días pasaron y empezé a fijarme en él. Él, al parecer, hacía algún tiempo que se fijaba en mí. Entonces, pasamos de no mirarnos nunca, a buscar la mirada del otro a cada momento, o por lo menos de mi parte. Cuando estábamos juntos, que no fueron muchas veces, ambos nos poníamos nerviosos y no sabíamos que decirnos. Era tan lindo pensar que al fin un chico de mi escuela me miraba como me miraba él.
Hoy todo eso hermoso que se había construido en mi mundo, o en mi imaginación mejor dicho, se derrumbó en cinco estúpidas horas. Al principio, yo estaba nerviosa por lo que estaba a punto de pasar, lo saludé y todo se calmó un poco. Mi ilusión, mi pensamiento, mi historia feliz se estaba cumpliendo al pie de la letra; él me miraba mientras bailábamos (no estábamos bailando juntos) y por ahí me tiraba una sonrisa, o eso creí. Hasta que pasó un tiempo determinado en el que ya no soportaba más verlo ahí, apoyado en la pared mirando con esa cara, e intente acercarme, pero se fue. Lo habré intentado unas cuatro veces, pero siempre se repetía la misma situación. Dejé de darte importancia, si es que se puede decir. Ya la cuarta vez que me rechazó mi sonrisa se desdibujó. Cuando me miraba desde un rincón, con esa cara que nunca pensé que iba a ver, con esa cara, no se si de tristeza, pero de... no se como explicarlo, me sentía muy mal. Quería ser yo la que lo encarará y lo sacara a bailar de una vez por todas, pero no podía, había algo de mi que me lo impedía. No quería arruinar nada. En realidad, no quería saber si mis suposiciones de que yo le gustaba eran mentira. Entonces no fui, me quede ahí, como estúpida mirandolo de brazos cruzados.
Al final de la noche, mis amigos y yo, lo fuimos a saludar porque nos íbamos, y me saludó bien, o eso creí. Lo peor fue que me quede con una maldita duda que me está atormentando: no bailaste conmigo porque no quisiste, porque tenías vergüenza, porque tenías miedo o porque nunca te sentiste atraído por mí. Espero que no sean ni la última ni la primera. Te voy a esperar, no se hasta cuando, pero lo voy a hacer.
- Ailu Flores
*Basado en hechos reales.